Una vez que Avy fue trasladada a una habitación privada junto con Aline y Aron, Marcus no tardó en invitar al resto de la familia a entrar. Sus padres y los de Avy estaban ansiosos, caminando de un lado a otro del pasillo mientras esperaban noticias.
-¡Ya pueden pasar! -dijo Marcus desde la puerta, con una sonrisa que iluminaba todo su rostro.
Los cuatro abuelos entraron rápidamente, pero se detuvieron en seco al ver a Avy en la cama, sosteniendo a dos pequeños bultos envueltos en mantas.
-¿Son... dos? -preguntó Luisa, la madre de Avy, llevándose una mano a la boca mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
Avy asintió, riendo suavemente.
-Sí, una sorpresa inesperada... pero maravillosa. Les presentamos a Aline y Aron.
-¡Son tan pequeños! -exclamó Ana, la madre de Marcus, acercándose con cuidado.
El padre de Avy, un hombre normalmente serio, tenía una sonrisa que parecía imposible de borrar.
-Son preciosos, Avy. Ambos.
-¿Puedo cargar a uno? -preguntó Manuel el padre de Marcus, visible