Maxi despertó esa mañana con una emoción que le hacía vibrar el pecho. Sus ojos brillaban al recordar las palabras de sus padres la noche anterior: "Mañana será un día especial, Max". Saltó de la cama sin pensarlo, sintiendo que algo mágico lo esperaba.
En la cocina, el aroma a chocolate y vainilla flotaba en el aire. Su mamá, Avy, estaba terminando de decorar un pastel enorme con forma de tren, mientras Marcus, su papá, inflaba globos con forma de animales.
-¡Feliz cumpleaños, campeón! -dijo Marcus al verlo entrar.
Maxi corrió a abrazarlo con fuerza, sintiendo el calor familiar de su papá.
-Gracias, papá. ¡Hoy será el mejor día de mi vida!
Avy se inclinó para abrazarlo también y acarició su cabello oscuro con ternura.
-Te tenemos una sorpresa, Max. Algo que no olvidarás nunca.
El niño abrió los ojos como platos.
-¿Una sorpresa? ¿Qué es?
-Lo sabrás pronto. Pero antes, tienes que desayunar y prepararte.
Max obedeció sin protestar, aunque la curiosidad lo consumía. Se puso su camiseta f