El misterioso escritor

                           Capítulo III

               El misterioso escritor

El periódico anunciaba en sus páginas interiores la defunción de un afamado escritor ya entrado en la vejez, que dejaba su herencia a alguien desconocido. Todos los medios de comunicación se hacían eco de la noticia, Margot lo leyó pensando sino sería el autor. Una de sus últimas novelas se titulaba” El sobre vacío”. Se decidió a visitar una librería y ver si encajaba con su estilo aquella nota. Una pena no poder agradecerle, de ser él aquel error, pues le había permitido conocer a un hombre que la gustaba pero que mucho.

Había una librería bajo su casa y al volver del trabajo se acercó y entró justo antes de que cerrase su dueño.

-Perdone, necesito ver una cosita no tardaré es que tenemos el mismo horario y sino no podré hacerlo señor Harrison.

-Pase señorita Margot cuando termine avíseme.

Se introdujo entre las estanterías, y buscó hasta encontrar el libro en cuestión. Leyó algunos párrafos y comprendió lo que sucedía.

-Pues voy a mantenerlo en secreto señor Essenor, se lo aseguro. Señor Harrison, ya lo encontré. Me marcho, envuélvame este ejemplar de libro.

Salió de la librería riéndose sin poderse contener. Así que aquella era la explicación, bueno solo ella lo sabía y no iba a desentrañarlo tan pronto.

Harold por su parte se encontraba completamente desorientado, era un misterio y él no estaba acostumbrado a nada que no fuesen números y cifras perfectamente encajadas en sus libros de cuentas. Eso sí la chica merecía la pena y estaba dispuesto a seguirle el juego y descubrir junto a ella de qué se trataba, y esperaba sinceramente que tardase pero que muy mucho. Estaba ilusionado con ella, por primera vez sentía algo que creía era enamoramiento, quizás amor, aunque le asustaba decírselo a sí mismo. Esperaba que cuando la llamase de nuevo aceptase tener una primera cita, o segunda, bueno no sabía muy bien si aquello había sido una cita propiamente. Tecleó el número de Mrgot y saltó el buzón, no le gustó era un amanera discreta de no quedar creyó.

Margot se encontraba ayudando a su cliente el señor  Essenor, a subir a su automóvil , mientras su chófer y ayudante se situaba al volante. La había convencido de ir de compras para ambos, a pesar de que ella, le había advertido que no disponía de suficiente efectivo como para permitirse ciertos lujos. Essenor había sonreído y le había asegurado que no se excederían en el gasto.

A Margot le apreció todo un lujoso placer pasear por Londres en aquel coche de alta gama ¡y con Champán!

-Como ve tengo de todo y nadie con quien compartirlo Margot, por lo que le voy a pedir un favor.

-Usted dirá, perdón tú dirás Essenor, es que no termino de acostumbrarme.

-Quiero que hoy consideres un regalo las compras que haremos para ti, por favor no me rechaces te lo ruego.

-Verá señor Essenor es que…

-Nada, nada, te vendrá bien un poco de renovación de armario y la ilusión que conlleva comprar. Iremos a los almacenes Harrods nos vamos a divertir ya verás.

Margot tenía el día libre, y no porque le correspondiera sino porque así se lo había pedido a su jefe Essenor. En la boutique francesa de Harrods, Margot se fue probando vestidos de noche. Se embutió en uno azul de lentejuelas azules muy brillantes con delgados tirantes y muy ceñido, a Essenor le encantó por lo que ordenó dejarlo aparte. Se probó otros dos, uno de tela negra y blanca con una abertura lateral muy pronunciada que Essenor rechazó por considerarlo impropio. El otro era demasiado corto a pesar de ser muy llamativo. El cuarto fue un vestido de lamé dorado con un gracioso cinturón de cristales de Swaroski, que resultó gustar a los dos.

-Tendrás que usar guantes largos si vas a una cena de gala, para ese vestido unos blancos quedarán muy bien. Y los zapatos, unos de Purificación García azul marino con tacón alto de aguja serán perfectos.

-Sabes mucho de vestidos femeninos Assenor, y tienes muy buen gusto.

Gracias no es nada más que me crié en una estirada familia de la alta sociedad y era el pan del día esto. Uno se acostumbra y sabe sin quererlo.

-Pues yo me crié en una familia humilde, mi padre era panadero y mi madre limpiaba en un hotel, ya ves, ni parecido, quizás por ello no conozco los entresijos del vestuario de la alta sociedad.

-No he querido ofenderte Margot, me parece muy importante el origen de cada uno sea noble o plebeyo o burgués.

-No, no, no es eso, no me ofendes si eres un cielo, ¿quién podría enfadarse contigo?, estaría loca.

-Pues tenemos aún mucho que hacer, quiero que cuando quedes con ese hombre le dejes sin palabras.

En el otro lado de la ciudad Harold entraba en una afamada sastrería, para adquirir unos trajes a medida para quedar bien con aquella mujer que mantenía su mente centrada en ella. Esperaba un primer beso para saber que le gustaba, pero se preguntaba si no sería prematuro.

-Por favor quiero un traje algo más, ¿cómo le diría yo?, más atrevido en color, me refiero. ¿Podría ser granate?

-Señor es un color poco usual, pero si lo combina bien con la corbata y los zapatos puede ser muy adecuado para un joven ejecutivo como usted.

-Sí creo que me rejuvenecerá un poco.

-¿El señor tiene una cita con una dama?. Si me lo permite puedo aconsejarle al respecto.

-Pues se lo agradeceré mucho ciertamente, es importante para mí esa dama.

-La raya diplomática es la mejor elección señor, tengo un paño de Manchester de gran calidad y quedará como un guante aun caballero con la planta que usted tiene.

-Bien hágalo entonces que sean tres trajes, con raya de distinto grosor.

-El señor precisará de guantes de cuero, zapatos de piel genuina y un abrigo para cada traje supongo.

-Sí por supuesto, y varias camisas de repuesto para la ocasión a juego.

Comenzaba a llover de tal manera que las gotas de agua golpearon los cristales del local del sastre y empeñaron éstos.

Ambos estaban listos para su segunda cita, en realidad la primera como tal. Essenor estaba muy satisfecho con el comportamiento de Margot, se había divertido mientras compraba y durante su intensivo entrenamiento como dama de alcurnia. Ya en casa del adinerado mecenas, Margot se probó todo por conjuntos una vez más ante el ayudante de este.

-A ver qué le parece a usted señor Bissent, necesitamos una opinión sincera e imparcial.

Margot salió de detrás de un biombo ataviada con el traje de lentejuelas azul oscuro brillantes, con un bolsito rectangular de fiesta a juego y unos zapatos azules que encandilaron a Bissent.

-Veo que le agrada señor Bissent, tiene una figura excepcional, todo le queda bien, da gusto así. Por favor Margot pruébate el rojo corto de cóctel. Creo que te gustará el que más mmm-pensó Assenor.

Margot se sintió aquel día como una modelo famosa pasando modelos en la pasarela Cibeles de Madrid. Y desde luego jamás hubiese soñado con tener vestidos tan carísimos como eran aquellos.  Era un sueño hecho realidad.

La cena en el Criterion…

En Piccadilly, hay un lugar que deslumbra al entrar, y allí decidió invitarle a cenar Harold a su nueva amiga Margot. Era El Criterion. Había ido antes para ver en que sitio exacto deseaba cenar, eligió una mesa junto a una gran chimenea sobre la que reinaba un enorme y recargado espejo. Pagó una generosa propina a un metre para que así fuese. Marcó el teléfono de Margot y la citó en el lugar, pero ordenó a un coche privado ir a recogerla a su casa a la hora precisa. Margot se sintió cortejada y mimada y se vistió como le había aconsejado Essenor. Cuando salió de casa, dos señoras mayores y el señor Harrison que salía a depositar la basura en el contenedor, la miraron como quien lo hace con una actriz famosa. El auto arrancó suavemente, sin el menos ruido y se enfiló a Piccadilly.

Harold estaba ya en pie junto a la mesa seleccionada y en sus manos tenía un ramo de flores, de rosas amarillas. Cuando vio a Margot entrar se quedó admirado, era la misma imagen de la sofisticación, todos la miraron sin poder contenerse.

-Por favor siéntate te lo ruego, estás preciosa, impresionante sería la palabra adecuada.

Margot se acomodó y dejó su bolsito en la mesa, a un lado, seguía las instrucciones de Essenor al pie de la letra, no quería estropear la cita más importante de su vida. El camarero llegó y tomó nota, Margot dejó que eligiese él, conocía mejor cuales eran las mejores opciones en aquel complicado menú. Seleccionó un vino español de Ribera del Duero muy caro y dejó que el camarero lo escanciase y lo sirviese tras aprobarlo. La cena daba comienzo y ella se fijaba ahora en el costoso traje de excelente corte que lucía su anfitrión.

Comenzó  sonar una melodía suave y Harold se puso en pie ofreciéndole su mano a ella. Nadie bailaba, por lo que Margot se sintió un poco el centro de atención, pero no la rechazó. Comenzaron a bailar muy juntos mientras los comensales de otras mesas les miraban con cierto grado de envidia. Brillaban como dos estrellas en el firmamento, las lentejuelas del vestido azul de Margot reflejaban la luz y envolvían a Harold en aquel fulgor.

-Somos la envidia de esas otras parejas, no sé porqué no nos imitan, es como cambiar de mundo ¿verdad Margot?, ¿puedo llamarla por su nombre?

-Sí, claro, Harold, -le dijo elevando la mirada para mirarle-, Él le sonreía y se fueron desplazando por el salón, que otrora fuese un gran teatro reconvertido en restaurante de lujo. Se quedaron justo en medio de las altas cortinas doradas que separaban el snack bar de la zona del comedor, girando en torno de sí mismos, sin percatarse de nada que no fuese aquel encantamiento amoroso que estaban sufriendo. Era como si no hubiese nada ni nadie alrededor de ellos dos. Los labios de Harold rozaron los de Margot y ella se ruborizó. Retrocedió al percibirlo y ella apoyó su cabeza en el pecho de él. La fue conduciendo hasta la mesa y una vez allí la acomodó retirando su silla. Se sentó y tomó un sorbo de vino.

-Ha sido una experiencia única ciertamente, al menos para mí, no sé que sientes tú, Margot.

-Ufff, -resopló, mientras buscaba en su bolsito un pequeño abanico para darse aire y esconder sus mejillas coloreadas por el rubor-. Ha sido intenso desde luego.

-Pero, ¿te ha gustado?

Ella alargó su mano para ponerla sobre la de Harold y le respondió sonriendo:

-“Ha sido la mejor experiencia de mi vida Harold.”

-Vaya, eso es bueno, por un momento creí que…

-¿Qué me había ofendido?, nada de eso, es solo que nadie bailaba y al principio era como estar en un escenario a la vista de todos, pero me olvidé de todo en tus brazos Harold.

Las palabras de Margot hicieron nacer en el pecho de Harold un sentimiento que semejaba ser un fuego imposible de apagar. Le sirvió un poco de vino en su copa y se la ofreció.

-Brindemos por un amor que nace Margot.

-Brindemos Harold.

El tintineo al chocar las copas señaló el momento mágico en que daba comienzo algo muy especial. Pero ¿Cómo había llegado aquella carta a ambos?, Ninguno d ellos dos la había enviado y sin embargo cada uno la había recibido de manos del otro…

-Hay no obstante algo que no comprendo bien Margot, y creo que tú tampoco…

-¿Y qué es Harold, algo que te desagrada de mí?

-¡Oh nooo, no, no…! Ere4s absolutamente perfecta querida, es esa carta que afortunadamente nos unió, permitiéndome conocerte…¿quién la enviaría?

-Pues me lo he preguntado muchas veces, pero se lo agradecería si lo conociese, ha sido providencial, ¿no crees?, nunca podríamos habernos conocido de no ser por él.

-O ella…

-Claro, sí, podría ser una mujer, más posible que sea ella que él.

Lo importante es que nos hemos podido conocer, le agradecería de conocerle su acción, de otra forma hubiera sido imposible que se cruzasen nuestros caminos.

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