Margot

Capítulo II

Margot leyó la nota y se quedó perpleja, aquello no era posible…

-“Cuando leas esto seguramente estaré muerto, pero quiero que sepas que siempre fuiste mi único amor, y que me voy con un solo pensamiento, que llena mi corazón, mi amor por ti”.

-“Será un loco o un acosador…-pensó sin saber qué decir”.

-Señor Essenor se ha equivocado de papel, esto no es popara mí, -le dijo intentando devolverle el sobre con la nota.

-Sí, hija es para ti, me lo dio para entregártelo un joven muy agradable justo cuando estaba a punto de salir de casa. Pensé que sería amigo tuyo, desde luego no lo he leído.

-Pues mire…léalo usted mismo es una locura ni siquiera he tenido novio nunca, y menos uno que fuera a morirse, ¡qué triste!

Essenor leyó la nota no sin cierta vergüenza por ser la correspondencia de una mujer-y agrandó los ojos, comprendiendo la extrañeza de su camarera favorita.

-Ahora la comprendo Margot, -le llamó por su nombre- debe ser un error, y mire al dorso hay unas cifras escritas, no las veo bien, -le dio de nuevo la nota a ella.

-Sí, en efecto es un número de teléfono creo.

-Podría llamar y ver quién es, así saldría de dudas.

-No sé es un extraño, no me lo han presentado correctamente y podría ser un acosador, un loco o…

-O un nuevo amor que surge de la nada o de la casualidad…

Margot se quedó pensativa mirando al señor Essenor sin saber si era una broma de él, o le intrigaba en verdad aquella misiva. No terminaba de decidirse a hacer una cosa u otra.

-Me lo llevaré y pensaré qué hacer señor Essenor, y le comunicaré mi decisión, créame.

Se alejó con la mente puesta en aquel misterio.

Essenor dio buena cuenta de su trozo de tarta de cerezas y observó a la muchacha pensando en qué haría con aquella nota imprevista y misteriosa.  Margot entró en la cocina y lo iba a comentar con sus dos compañeras, pero se lo pensó mejor y calló. Eran unas cotillas y de seguro se ,lo tomarían a risa y se burlarían, no, mejor lo guardaría en secreto hasta ver de qué se trataba. Se cambió y salió para coger el autobús que la llevaría a casa. No se percató de que acaecía a su alrededor, se encontraba ensimismada pensando en mil posibilidades y ninguna le satisfizo. Llegó a casa, a su pequeña buhardilla y se dejó caer en la cama agotada. , no estaría m al tener un amor, alguien en quien pensar una ilusión en la vida…Sacó el sobre ya algo arrugado, del bolso y volvió a leerlo. Luego decidió llamar a aquel número para ver si la voz del otro lada era o no la del señor Essenor, seguro que era una broma.

-Hola…-se escuchó una voz grave que evidentemente no era la del señor Essenor.

-Dígame…¿quién es?

-Soy la señorita Margot Istrey, le llamo porque ha llegado una sorprendente nota escrita por usted y no sé quién es tan siquiera.

-Yo soy Harold Contrey, ejecutivo de Contry and Varyon. Léame esa nota se lo ruego.

Margot se la leyó y una exclamación de sorpresa se escuchó al, otro lado del teléfono.

-Le aseguro señorita que nunca escribí nada tan incorrecto ni mucho menos para usted que me resulta una desconocida.

-Creo que deberíamos conocernos y ver cómo resolver este misterio, ¿no le parece?

-Si lo considera apropiado, sería muy agradable para mí sin duda señorita.

-¿En Los almacenes Harrods, a las cinco?, llevaré un vestido de color rojo oscuro y zapatos negros.

-Bien, yo vestiré de azul marino, de traje con corbata granate.

-Me parece perfecto, tomaremos una taza de té y veremos de qué se trata tan extraordinaria nota.

Los almacenes Harrods tenían una cafetería en la que la gente de la zona y los turistas tomaban el té de las cinco acompañándolo con pastas exquisitas que se vendían en la pastelería de estos. Harold llegó en primer lugar, no resultaba correcto que el caballero llegase tras la dama. Se acomodó en una mesa justo en medio de la cafetería y pidió un té y un trozo de tarta de manzana. Margot lo hizo apenas un par de minutos después. Harold la reconoció nada más verla, resaltaba entre las demás.

-¿Es usted la señorita Margot?

-Sí, y supongo que usted es el señor Harold…

Margot se sentó y juntó las piernas insegura e intrigada.

-Verá esta es la nota, no sé quien ha podido escribirla pero me la dio en mano un cliente anciano que es habitual en la cafetería en que trabajo. Y él no la había escrito, al menos eso asegura…-le dijo sacando el sobre y dejándolo sobre la mesa. Harold lo tomó entre sus dedos y sacó la nota, la leyó y vio su número en el anverso de ésta.

-Le confirmo que a pesar de…se parece a mi letra…-le reconoció- pero…no, no he escrito esto, parece una broma pesada.

-No importa, es realmente un misterio y siempre he querido desentrañar uno, ¿usted no?

-Bueno mirándolo así, ¿de quién cree que puede provenir?

-Pues no tengo amigos aún en Londres y nadie sabe mi dirección, así que no sé qué decirle.

-Bueno no estoy muerto aunque lo parezca por mi aspecto, -sonrió al decirlo.

Margot le imitó y sonrió mientras le hincaba el diente a un trozo de tarta de manzana.

-Hummm-se deleitó con su sabor-está buenísima.

-Sí suelo venir por esta tarta más que por el té. -le reconoció Harold.

-¿Usted está casado o tiene novia?-le preguntó atrevida Margot.

-No, lo siento soy un hombre anodino centrado exclusivamente en su trabajo. ¿Y qué me dice de usted?

         - No, lo cierto es que nunca he tenido novio y por supuesto no he estado casada en consecuencia claro.

-Claro, claro…-aseveró Harold.

El señor Essenor llegó a su casa tras bajarse del taxi y asombrado por aquella extraña carta que le diera un joven, pensó si no se trataría de una manera nueva de conocer a una chica guapa y que ésta no le diera calabazas. La muchacha era realmente atractiva y se movía elegantemente, aunque precisaría eso sí, de unas clases de modales para poder moverse entre los de su clase, tan acartonados como estaban. También necesitaría renovar su armario, y estaba pensando que quizás lo hiciese, a fin de cuentas no tenía en qué gastarse su dinero, ni tampoco a quién dejárselo. Sí, lo haría, con tacto claro, no deseaba ofenderla. Le plantearía ir de compras para él y le rogaría que la aconsejase, luego, ya haría él lo que debía.

El día se presentaba con varias interrogantes y Essenor se dispuso a llevar a cabo su plan. Le confería energía y le revitalizaba, tenía una ilusión, un proyecto nuevo, se había terminado la pasividad y el aburrimiento. Se vistió con la ayuda de su asistente con un traje gris perla y una camisa blanca. La corbata fue de un color más atrevido, granate. Bissent, su ayudante le sirvió el desayuno en el salón principal y después le ayudó a meterse en el coche que cada día le llevaba hasta su cafetería favorita. Aquel día iba a ser diferente, y no estaba controlado, como solía suceder. Abrió la puerta de la cafetería, y sonó el tintineo de siempre al hacerlo, un móvil de cilindros huecos de acero sonaba cada vez que se entraba en el local, esto advertía a las camareras de que llegaban clientes.

-Buenos días señoritas. -dijo como hacía cada día. -Miró para ver si Margot ya había llegado, lo hacía dos minutos exactos después de él siempre. Pero no la vio. Se sentó en su mesa y esperó. Lidia una camarera delgada y de gesto agrio se acercó a servirle. 

-¿Qué tomara el señor?

- Discúlpeme señorita no deseo ser incorrecto ni grosero con usted, pero esperaré a que llegue la señorita Margot ella sabe lo que tomo. Es mi costumbre.

-Cómo desee señor,-se alejó componiendo a sus espaldas un  gesto de desaprobación. Estaba segura de que conseguiría una buena propina con aquel anciano y…nada, se le resistía.

Margot entró azorada en ese preciso instante y corrió a cambiarse. Llegó jadeando   ante Essenor que la sonrió feliz de verla.

-Creí por un instante que se había despedido y el pánico me atenazaba señorita Margot. -se le acercó para susurrarle-ha venido a intentar servirme su compañera Lidia.

-Ya, creyó que no vendría y quizás quiso aprovecharse de mi amigo Essenor.

-¿Me ha llamado amigo Margot?,-la tuteó

- Lo siento, señor…

-No, no, me agrada tráteme de tú se lo ruego, yo haré lo mismo si a usted le parece bien.

-Sí, lo cierto es que compartimos un secreto y eso es lo que hacen los amigos ¿verdad?

-Parece una escena de novela  detectivesca, pero me gusta Margot a ver si lo desentrañamos.

-Verás Essenor, huy s eme hace raro tutearle, esta noche no he podido dormir, pero creo que he dado con una posibilidad real.

-Cuéntemelo, perdón cuéntamelo Margot.

                          

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo