2.28 Esto no es el final. Es el comienzo de nuestro, para siempre
Todo ocurrió tan rápido como el estruendo de las armas disparándose al mismo tiempo. El caos parecía devorar la bodega, y aun así, por un instante, el tiempo se detuvo.
El corazón de Lia también se detuvo cuando vio sangre salir del cuerpo de Evan. Sintió que el alma se le escapaba, hasta que una risa histérica de Max la hizo reaccionar. El hombre reía como si fuera el ganador, como si al fin se hubiera salido con la suya… pero su victoria duró apenas segundos. Su risa se quebró de golpe cuando un hilo rojo se expandió en su pecho, manchando su camisa y apagando el brillo enfermizo de sus ojos.
No había sido Evan.
El disparo que derribó a Max provenía del detective Smith, quien había seguido a Evan en secreto porque no confiaba del todo en él y lo había seguido con sus hombres llegando a esas bodegas. Aún así había resultado herido en su hombro derecho.
—Me parece haberle dicho que dejara todo en nuestras manos, Anderson —gruñó Smith, guardando su arma—. Gracias a Dios llegué a tiempo