2. 25. Recibirás nuestras instrucciones.

Max, con una pistola en la mano, miró fríamente a Lía y le indicó que respondiera. Lía, temblando y con lágrimas en los ojos, tomó el teléfono

— Evan —dijo Lía incapaz de no llorar al escucharlo.

—Lía, ¿estás bien? ¿Dónde estás?— preguntó Evan rápidamente, nervioso al escucharla en ese estado, si hubiera tenido a los secuestradores delante él mismo los habría matado con sus propias manos.

Lía no podía decirle la verdad, no con Max apuntándola con una pistola. Las palabras se le atascaron en la garganta, y apenas pudo hablar con un hilo de voz.

—Michael, te echo tanto de menos. Te pienso mucho...

Max se acercó al teléfono, activando un dispositivo para distorsionar su voz.

—Anderson, no pierdas tu tiempo yendo a la policía —dijo con frialdad—. No te servirá de nada. Si realmente quieres recuperar a tu esposa, paga.

Evan, del otro lado de la línea, apretó los puños, era incapaz de escuchar a su esposa llorar y no poder estar con ella, se sentía impotente.

—¿Qué quieres? Solo dime can
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