Capítulo 97

Marco salió temprano en la mañana de casa de Nara. Ni siquiera la despertó al marcharse. Durante toda la noche había dado vueltas en la cama, incapaz de conciliar el sueño. Cada vez que cerraba los ojos veía el rostro de Andrea reflejado en los rasgos de su madre, y la idea que Carlos le había insinuado martillaba sin descanso en su cabeza.

La respiración tranquila de Nara a su lado, el calor de su cuerpo, deberían haberlo calmado, pero no fue así. La duda lo consumía. Y aunque intentó repetirse una y otra vez que el pasado de Nara no le importaba, que Andrea era su hija en el corazón aunque no lo fuera en la sangre, había algo más poderoso dentro de él: la necesidad de saber la verdad.

Antes de salir, se detuvo frente a la cama de la niña. Andrea dormía profundamente, con los labios entreabiertos y las manos pequeñas abrazando a su muñeca favorita. Marco se inclinó, acarició con suavidad su cabello y, con un nudo en la garganta, arrancó un fino mechón. Guardó el cabell