Capítulo 82
La mirada de Nara se volvió fría. Era la más gélida que Marco había visto en su rostro; ni siquiera cuando él le propuso ser su amante había mostrado aquella expresión. Pero la sonrisa sarcástica fue aún peor.
—¿Casarme contigo? ¿Y luego qué? ¿Ser para siempre tu segunda opción? Estar a expensas de que, cuando el amor de tu vida te llame, me dejes tirada en cualquier momento. Hoy fue el día de nuestro compromiso, pero bien podría ser el día de la boda… o peor aún, cuando esté dando a luz.
En ese momento, Marco se dio cuenta de algo que no había notado antes: todas las cosas de Nara habían desaparecido. Salió de la habitación y fue a la de Andrea. La niña no estaba durmiendo en su cama y sus pertenencias tampoco estaban allí. Regresó y vio a Nara poniéndose los zapatos.
—¿Dónde está Andrea? —preguntó Marco.
Nara no respondió. Se dedicó a terminar de recoger en silencio. Marco la tomó por los hombros y la obligó a mirarlo. La falta de expresión en ella solo lo molestaba más.