Capítulo 34
Nara despierta con la luz del sol en su rostro, se sienta en la cama y siente que su cabeza se rompe en pedazos. Al levantar la vista, ve a Marco saliendo del baño. Las gotas de agua corren por su cuerpo y parecen llamar a Nara hasta que caen en la toalla que tiene atada a la cintura. Aparta la vista de inmediato y se toca las mejillas; siente como si la quemaran. Pero lo que la desconcertaba aún más que eso eran los latidos de su corazón, que le retumbaban en el pecho apresuradamente, como si quisiera escaparse. La simple presencia de Marco provocaba ese efecto en ella.
Nara se levanta de la cama y se apresura a vestirse. Recoge todas sus cosas con torpeza y se apresura a la puerta. Se detiene y regresa frente a Marco.
—Muchas gracias por haberme cuidado anoche. Ya sé que no es tu responsabilidad —le dice con torpeza—. Lo siento si hice algo que te incomodase. Me voy, necesito llegar a tiempo al trabajo —sus ojos se desvían una vez más al cuerpo de Marco antes de marchars