Capítulo 108
Marco no recordaba haberse sentido tan nervioso en mucho tiempo. Desde muy temprano, su teléfono no dejaba de vibrar con los mensajes de Eva. Le había enviado varias fotografías del niño que decía ser su hijo: un pequeño de ojos claros y cabello dorado, con una sonrisa inocente que, para su desgracia, se le clavó en el pecho como un puñal.
Eva también había preguntado cuándo podría llevarlo a conocerlo. Pero Marco no estaba listo. No sabía qué debía sentir, ni siquiera podía obligarse a creer en lo que veía. No sentía el mismo vínculo inmediato que tuvo con Andrea desde el instante en que la vio por primera vez. Con ella lo supo sin necesidad de pruebas: era su hija, la sangre lo gritó. Pero con aquel niño… solo había dudas.
Mientras pensaba en eso, Daniel entró en su oficina sosteniendo una carpeta gruesa bajo el brazo. La colocó sobre el escritorio sin decir palabra.
Marco levantó la mirada. Su semblante estaba tenso, el aire en el despacho, cargado de un silencio