— Jayden — el niño levanto su mirada de su libro y miro a la mujer rubia que lo miraba sería desde la puerta.
— Mamá — el niño se puso de pie y se acercó hacia la mujer. Pero antes de que pudiera abrazarla, ella retrocedió.
— Hay algo que debe decirte — el pequeño cachorro hizo un mohín con los labios ante el rechazo de la omega. — Siéntate — le ordenó señalando la cama de sabanas azules con cuadros.
— ¿Mama? — él estaba confundido.
— Jayden, tienes ocho años. Eres un niño muy obediente. Y mamá necesita tu ayuda — ella acarició su cabello con algo de dificultad — ¿Quieres ayudar a mamá? — él asintió rápidamente con una sonrisa en labios.
Ella sostuvo las mano de su hijo con fuerza, el pequeño omega de ocho años, hizo una mueca ante el dolor que su madre le estaba proporcionando en sus manos.
— Mamá, duele — Victoria soltó sus manos rápidamente y suspiro.
— Debes ayudar a mamá, Jayden. Pero no debes decirle nada a nadie, ¿Si? — el niño asintió.
Ella se separó de él y se puso de