Luna se arrodilló sobre los fríos azulejos. A través del reflejo, miraba fijamente la herida en su rostro. Levantó su mano y la tocó ligeramente, de inmediato sintió un intenso dolor.
En la habitación había un aroma a sándalo que resultaba bastante molesto para su nariz.
En ese momento, se escucharon pasos acercándose desde afuera y ella enderezó su frágil cuerpo inmediatamente, mientras sus manos agarraban fuertemente su ropa.
Sabía muy bien lo que le iba a suceder.
Pronto, la puerta del estudio se abrió y entró muy imponente Miguel, seguido por Andrés e Isabel.
—¿Sabes cuál fue tu error de hoy? — preguntó Miguel, pasando junto a ella, tomó una vela y la encendió, luego comenzó a rezar.
Luna bajó la cabeza, sintiendo la sombra de Andrés a su alrededor. La habitación estaba llena de una atmósfera intensa y opresiva que casi le quitaba el aliento.
Un rato después respondió en voz baja:
—No debería haber causado conflicto con mis compañeras de clase.
Miguel tomó la vara de castigo, colga