Esa noche, Jennifer sintió algo que nunca antes había conocido. Por primera vez en su vida, le habían dado una elección, y no la habían obligado a tomar una. Se puso un camisón de seda, la tela susurrando contra su piel. Al meterse en la cama, su cuerpo menudo apenas hundió el colchón mientras tiraba del edredón sobre sí y miraba al techo.
Su mente buscaba lo que se sentía mal. Era el miedo. El mismo miedo a la inevitabilidad que la desgarraba cada noche cuando intentaba dormir. Esta noche seguía ahí, pero apagado: su peso sobre el pecho era más suave, casi tibio.
Revivió el día en su cabeza. Cassandra y Cookie habían sido amables con ella. Aunque Felicity les hubiera dado esa instrucción, no le importaba. Empezaría a trabajar con Cookie el lunes. Una pequeña presentación de nuevas líneas estaba programada para el próximo mes, y él le había prometido prepararla para ello. En sus palabras: “Vamos a tomar tus cicatrizes y hacer algo hermosso.”
Sonrió débilmente al recordarlo. Nunca habí