Los tacones se deslizaron hacia un lado, y su cuerpo cayó con fuerza sobre el escenario. Las rodillas golpearon el suelo con un golpe seco, y una mueca de dolor se dibujó en su rostro.
—¡Ma gód, ¿estás o-kay, Mees Zhenifeur?! —gritó Cookie, corriendo hacia ella.
Jennifer se sostuvo antes de que Cookie pudiera alcanzarla, la respiración entrecortada por la vergüenza. Debajo del escenario, algunas modelos soltaron risitas burlonas. Entre ellas, la sonrisa engreída de Natalia destacaba —brazos cruzados, el mentón en alto, los ojos brillando de desprecio.
—Estoy bien —murmuró Jennifer, apartando bruscamente la mano de Cookie. Se enderezó, soltó un leve silbido de frustración y maldijo en voz baja. Luego caminó hasta el final de la pasarela, inhaló profundamente y empezó de nuevo.
Pero tras el primer paso, creyó verlo —a Vincent— sentado entre el público. Y junto a él, Tracy, con el brazo enlazado al suyo, susurrándole al oído. La sonrisa de Tracy era una cuchilla; la expresión de Vincent —