El investigador no encuentra ninguna llamada hecha por Samuel al teléfono de Acácia, pero hay algunas llamadas a un número que siempre contacta con ella. El investigador pide que se levante el secreto telefónico y solicita las grabaciones de esas llamadas. El perito avisa que necesitará al menos 24 horas para entregar todo el material para que el investigador pueda actuar, pero no tienen tanto tiempo. Acácia ya está muy débil por la falta de agua y comida, su boca está reseca y sus labios están comenzando a agrietarse. Sus brazos, de tanto forzar para intentar liberarse, están en carne viva, y la sangre gotea. Pero Liz no se detiene, quiere salir de allí a toda costa, pues no sabe de qué es capaz Samuel. El hombre parece estar fuera de sí y ella sabe que alguien acorralado puede ser capaz de cualquier cosa.
Un día, Liz ve que ya amaneció, por los rayos de luz que pasan por algunas rendijas de la ventana, que está cubierta con tablas. Mira la bandeja a su lado y siente un gran deseo de