Se detuvo frente a Lis, mirándola con ojos afilados, como si quisiera entender qué estaba pasando, pero no lo lograra.
Lis esbozó una sonrisa amarga, aún perdida en sus pensamientos.
—¿Y esa historia de “Derrick” que mencionaste? Porque, mira, nunca escuché a nadie llamarlo así… Su nombre siempre fue Samuel. Jack siempre lo llamó Samuel. ¿Y ahora vienes con esa historia de Derrick? Todo esto es muy raro. ¿Cómo alguien que dice que me ama no me dice ni su nombre real?
Beatriz negó con la cabeza, frustrada.
—No sé, pero si eso es cierto, todo está muy confuso. Y lo que es aún más confuso es que tú… Tienes razón, Lis. No podemos quedarnos aquí. Si mi hermana te encuentra, empezará a presionarte tanto que terminará afectando tu embarazo… y no podemos permitir que eso pase, no podemos arriesgarnos a perder a los bebés. Tú ya sufriste demasiado en el otro embarazo.
Lis miró a Beatriz, con los ojos entrecerrados por la preocupación.
—Lo sé, no puedo pasar por eso otra vez. No voy a… perder a