Al entrar en la casa, Jack vio un teléfono móvil sobre la encimera y no perdió tiempo en tomarlo. Sin embargo, al mirarlo, se dio cuenta de que era un juguete, no un teléfono de verdad.
—Fuiste tú —dijo Jack, girándose y viendo a Acácia parada allí, observándolo. Apenas él entró, ella no se quedó quieta y lo siguió. Había dejado el teléfono allí a propósito para ver cuál sería la reacción de Jack, y estaba segura de no confiar plenamente en él.
—¿Qué te parece, cariño? —La expresión impasible de Acácia al responder fue lo que más irritó a Jack. Ella lo había hecho adrede, y no hacía falta ser un genio para llegar a esa conclusión. Inspirando profundamente, intentó controlar las ganas de golpear su rostro varias veces, también para ver si aprendía a no ser tan ridícula. Esto fue la confirmación para Jack de que algo estaba mal.
Acácia estaba muy dolida por la actitud de Jack. Se sentía ultrajada y traicionada. Hizo un pequeño gesto a los hombres discretamente y, de inmediato, estos die