Jack, aún en la cama, despierta algo perezoso. El día está frío y húmedo. Mira a Liz, que está de pie junto a la ventana, y sonríe, llamando su atención.
—Amor, ¿por qué no vuelves a la cama? Creo que aún es de madrugada, está muy oscuro ahí fuera. Dormiremos un poco más. Sé que hoy es el último día y que volveremos al centro, pero no hace falta madrugar tanto. Disfrutaremos un poco más de la isla, que seguro nos dejará con ganas de volver. —Se frota los ojos, intentando espantar el sueño.
—No, amor, en realidad ya es de mañana —responde Liz—. El problema es que está nublado, con grandes nubes que cubren todo el cielo. Creo que pronto caerá una tormenta. ¿No crees que deberíamos ir al centro lo antes posible? No quiero cruzar en barco cuando esté lloviendo. Estoy segura de que el mar estará muy agitado, lleno de olas. Creo que es mejor salir cuanto antes. Desde aquí, veo que las olas ya están altas. Si esperamos más, no podremos salir.
—¿Estás segura? —Jack se levanta rápidamente de l