Eliza
Me quedé sentada en el automóvil un rato más, mirando el documento de divorcio firmado que tenía en la mano. Todo parecía irreal, estaba divorciada. Nunca imaginé que llegaría ese día, no después de haber luchado tanto por sostener un matrimonio que ya estaba perdido.
Después de llorar por los años, la energía, la lealtad y el amor que había invertido… todo ya perdido… finalmente me recompuse y conduje hasta un concesionario. Mi coche, un Toyota Corolla plateado del 2014, no era nada lujoso, pero había sido mío. Mi primera verdadera inversión tras comenzar a trabajar, me había acompañado en entrevistas de trabajo, viajes nocturnos por comida y crisis emocionales en el tráfico.
No obstante, las emociones no pagaban el alquiler y necesitaba dinero.
El vendedor apenas me miró y me dio un precio muy por debajo de su valor. No discutí porque la gente desesperada no negocia, acepta. Salí del taller con poco más de tres mil dólares, sabiendo que me habían estafado, pero agradecida de te