Punto de vista de Bill
La tensión en la oficina de Federico fue palpable en cuanto crucé la puerta. Su mirada afilada se clavó en la mía, como si ya supiera que no vine a hacer una visita casual.
—Bill —dijo Federico, señalando la silla frente a su escritorio—, ¿Qué te trae por aquí hoy?
Sin vacilar, me senté.
—Federico, teníamos que hablar sobre los cambios recientes en la junta directiva de RGE —empecé, con voz firme, tras una breve pausa—, y quería agradecerte por confiar en mí lo suficiente como para no venderle tus acciones a Calvino.
Federico alzó una ceja, claramente interesado.
—¿Así que ya sabes quién vendió sus acciones?
Suspiré, recostándome un poco en la silla, sintiendo el peso de la traición.
—Sí —murmuré—. Uno de ellos fue Tirón. La otra…
Me detuve un segundo. La voz se me tense.
—Fue mi madre.
Los ojos de Federico parpadearon con una mezcla de sorpresa y comprensión. Él había visto bastantes dramas de junta, pero eso claramente le resultaba llamativo.
—Eso fue duro, Bi