Una esposa para el conde. Capitulo 34
Anabelle lo ayudó con la puerta y hundió su rostro en su cuello, presa del bochorno por lo que la servidumbre diría de ella si los veían. Suspiró, diciéndose a sí misma que si era feliz, lo que menos debía importarle era la opinión de extraños. Además, si no llegaba a resolver sus diferencias con el conde, se marcharía para siempre y no la volverían a ver jamás.
Una vez en el dormitorio, Essex bajó con cuidado a su acompañante, y sin darle tregua siquiera a equilibrarse sobre sus pies, volvió a arremeter contra su boca por temor a que se arrepintiera y decidiera marcharse sin consumar el amor y el deseo que a ambos los quemaba y consumía. Introdujo su lengua entre los labios de Anabelle, presionando hasta que ella aceptó su invasión, permitiéndole saborearla tal y cómo lo había deseado desde que la vio.
Buscó a tientas los botones de su vestido en la espalda, sin romper el beso apasionado que compartían, liberando cada minúsculo botón del ojal hasta que la prenda se aflojó y solo le r