Una esposa para el conde. Capitulo 38
Essex besó su boca y se abalanzó sobre su cuerpo, apresándola contra el colchón. La miró con adoración y apartó un mechón de pelo que caía sobre su cara.
—Te juro que nunca volveré a hacerte a un lado, cielo, y sé que es difícil confiar, pero te pido me des una oportunidad. Solo una, prometo no defraudarte…
—¿Lo juras, Thomas? Porque yo también puedo jurarte que, si no cumples con tu promesa, aunque te ame como lo hago, no te perdonaré —advirtió.
—Lo juro preciosa —la besó con dulzura—. Ahora que hemos llegado a un acuerdo, ¿podemos dejar a un lado la charla? Muero por hacerte de nuevo el amor…
Anabelle sonrió, enrollando sus brazos a su cuello y lo besó.
Al día siguiente, después de desprenderse de las sábanas, ambos bajaron muy alegres sin que el servicio se sorprendiera, pues estuvieron todo el día y noche encerrados en los aposentos del conde, pidiendo aperitivos y canapés de vez en cuando. Además, la americana les caía muy en gracia y era la primera vez que veían tan feliz al con