Claudia avanzó por los pasillos del hospital con una sola intención: hablar con Mariam. Quería alejarla de la vida de su ex a toda costa, y para lograrlo debía ser audaz, sacar las uñas. Solo esperaba que nadie arruinara sus planes.
Empujó la puerta de la habitación y observó a la joven arreglándose el cabello frente al espejo. Vestía un vestido sencillo y tacones; su mano seguía vendada. Mariam se giró y la miró con disgusto. Claudia sonrió con satisfacción.
—Veo que estás bien. Vine porque necesitamos hablar.
Mariam tomó su bolso. Le habían dado de alta esa mañana; por fortuna, no había sido nada grave. No soportaba a Claudia ni su sonrisa venenosa.
—No tenemos nada de qué hablar —respondió con tono seco.
Pasó junto a ella dispuesta a marcharse, pero Claudia la sujetó del brazo, impidiéndole avanzar.
—Quiero a Demian de regreso. No me importa que esté casado. Haré lo que sea para volver a tenerlo en mis manos. Así que será mejor que te hagas a un lado o, de lo contrario, saldrás las