—¿Y tú, cómo te sientes? —pregunté, girándome hacia el hombre frente a mí, recordando el golpe que recibió, ya que lo impactaron directamente en el estómago y permaneció tendido un buen rato.
—Estoy bien, no te preocupes —respondió con una sonrisa tranquilizadora—. Y hablando del oficial Richard, antes de que yo llegara, me dijo que Gérard quedaría detenido al menos hasta que Damien despierte y pueda declarar.
Dios, quién sabe cuánto tiempo estará allí.
—¿Vas a ir a verlo? —preguntó de repente, y justo cuando iba a contestar, una fuerte voz masculina resonó interrumpiendo la conversación.
—¿Son familiares del señor Garnier?
—Somos amigos, la familia viene en camino —respondí con una mueca—. ¿Cómo está?
—Ahora está estable, pero aún no ha abierto los ojos —informó el médico, y solté un suspiro.
—Lo único que podemos hacer es esperar —contesté.
—Entiendo. Estoy muy agradecido, doctor.
—De nada —aseguró—. Buenas noches.
—Igualmente —nos despedimos todos, y luego nos dirigimos al estacion