Me reí con sarcasmo.
—Como siempre, solo te preocupas por las apariencias ante la sociedad. ¿Cuándo dejarás de ser tan fría?
—No tengo intención de discutir contigo, Juliette. Otro consejo: Gérard es uno de los hombres más importantes de toda Francia, y muchas mujeres todavía lo codician. Deberías prestarle más atención a él que a mí.
—Déjame en paz, Sophie, confío en Gérard, no me traicionará.
—Yo no estaría tan segura, pero si no quieres abrir los ojos y ver la realidad, bueno, ese es tu problema —se encogió de hombros—. Me voy, Juliette, disfruta de la fiesta.
Me di la vuelta para regresar y buscar a Gérard, pero de inmediato me topé con alguien.
—Disculpa, no me di cuenta de que estabas cerca.
—Soy yo, Juliette.
—¡Kalet! No puedo creer lo que veo, ¿qué haces aquí?
—Sé que es extraño, pero mi padre tiene negocios con Steve, además, se hicieron buenos amigos cuando vivíamos en Estados Unidos, por eso nos invitó.
—Qué bueno verte, ¿quién más viene contigo además de tu padre?
—Solo no