Camila
Me desperté, sintiendo el vacío a mi lado.
El lado de la cama de Joaquín estaba vacío, y eso me hizo sentir un poco decepcionada. Luego tendría que hablar con él, para dejarle claro mi necesidad de comenzar las mañanas con un poco de acción.
Aún podía sentir en mi piel el calor de los rastros de su toque. Cerré mis ojos dejando escapar un gemido, mientras mis dedos recorrían cada centímetro que él besó y lamió, bajando lentamente hasta mi entrepierna.
Un ruido en la cocina me devolvió a la realidad, haciéndome sentir avergonzada. La necesidad que tenía de mi viejito me estaba haciendo perder la cabeza.
Me levanté de un salto, corriendo al baño para darme una ducha fría. Para luego vestirme a la velocidad de la luz.
Llegué a la cocina justo a tiempo para ver a Joaquín sirviendo un delicioso y suculento desayuno para cuatro.
Suspiré observando la escena. Me costaba reconocer de si me gustaba o me aterraba lo rápido que se amoldaba a nuestra familia.
—¡Miren quién decidió unirs