Joaquín
Sentí cómo la rabia subía por mi cuerpo, golpeándome en el pecho como un puño cerrado.
Me obligué a mantener mi expresión neutral, pero no pude evitar apretar los dientes.
Javier había cruzado una línea, y él lo sabía.
—Mi madre no está disponible para cenas o citas de ningún tipo, —respondí con frialdad, inclinándome hacia él. —Y te sugiero que te concentres en lo que estamos discutiendo aquí. No mezcles lo personal con lo profesional.
Su sonrisa se desvaneció, y carraspeó antes de que volviera a recomponer su expresión.
—Claro, claro —dijo, levantando las manos en un gesto de disculpa. —No quise ofender. Solo estaba haciendo un comentario. No imaginé que te pondrías tan... protector.
—Siempre protejo a mi familia —respondí, recostándome en mi silla y cruzando los brazos sobre el pecho. —Así como protejo los intereses de mi empresa. Y si vamos a seguir con esta negociación, sugiero que hagas algo para convencerme.
Javier tragó saliva, asintiendo sin apartar sus ojos de los