Mientras tanto en casa...
Mientras tanto, Nicolás estaba en casa, ajeno al caos que se tejía a sus espaldas. Por una vez en muchos días, sentía algo parecido a la paz. Con movimientos tranquilos, llenó la tina con agua tibia para su esposa. Añadió algunos pétalos de rosa al agua espumosa, queriendo ofrecerle un pequeño oasis de calma. Hellen había estado agotada últimamente, y él deseaba cuidarla como merecía.
Escuchó la puerta del baño abrirse. Se giró y sonrió al verla entrar. Hellen lucía cansada, sí, pero seguía viéndose hermosa. Sus ojos se encontraron, y Nicolás se acercó para besarla suavemente en los labios.
—Te amo.
Ella sonrió con dulzura y volvió a besarlo.
—Yo también te amo, gracias por cuidarme.
—Siempre voy a cuidarte.
Luego, se quedó inmóvil mientras ella se quitaba la bata de baño con elegancia y se sumergía en el agua caliente con un suspiro de alivio.
Sin decir palabra, bajó rápidamente las escaleras. Quería llevarle el desayuno a la cama. Preparó una bandeja con esmero: café, pan tostado,