Mundo de ficçãoIniciar sessãoAdrien, aún detrás de mí, subió mi suéter y deslizó sus dedos por mi piel expuesta, repasando un camino que parecía conocer de memoria. Cada uno de los sensibles puntos en el centro de mi pecho y sus alrededores, de esa manera tan experta que él conocía y enviaba olas de placer por mi cuerpo. Su boca, en mi cuello, dibujaba un rastro que mezclaba deseo con algo más inquietante: posesión, tal vez.
Su humor era tan volátil como la brisa que entraba desde la rendija de la ventana, y cambiaba de rumbo como el viento durante una tormenta. Su suave tirón me llevó a incorporarme con firmeza. Se subió al sofá con agilidad y, me dejó temblando sin terminar lo que parecía inminente.
Lo miré desconcertada. ¡Y él solo me sonreía con malicia!
Era imposible que llegase tan pronto... ¿Entonces por qué se detuvo?
Se llevó el dedo a los labios en un gesto de silencio cómplice, como si hubiésemos compartido un secreto







