La boda se celebraba por todo lo alto. Los miembros de la manada, uno a uno, se unieron al festejo por la unión de Kael con Artemisa. Aunque ella lo había traicionado en el pasado, parecía que todos lo habían olvidado. Lo único que realmente les importaba era el prestigio de la manada… y el temor a las maldiciones de la Diosa Luna.
—Quedan unidos en nombre de la Diosa Luna, en una unión ancestral que hará brillar a esta manada ante los cielos. ¡Felicitaciones, gran Alfa! —proclamó el chamán, sellando el destino de la pareja.
Kael no pronunció palabra. Solo asintió con la cabeza, seco, distante.
No hubo caricias, no hubo amor. Nada con Artemisa.
Pero aun así… la boda se celebró.
***
Mientras tanto, Lyra asistía a sus últimos controles médicos. Haría todo lo posible por prolongar su existencia, aferrarse a la ciencia, al mínimo destello de esperanza que le permitiera quedarse más tiempo con su pequeña Ainara. Aunque en el fondo sabía que aquello podía ser imposible.
El médico que la tra