La brisa soplaba revolviendo el cabello de los presentes; Sofía se mantenía de pie al lado de Gabriela.
La observó caer de rodillas al suelo, Andrew se hizo cargo, ocultó su rostro en el pecho de su esposo y lloró desconsoladamente.
El adiós era la parte más difícil de la vida, nunca más volvería a ver a su tío, nunca podría disculparse con él y arreglar las cosas.
El tiempo no había estado a su favor; ese dolor estaba consumiendo su interior. A lo lejos observo a la madre de Patricia.
Esa mujer no debía de estar allí, no eran más que personas hipócritas.
Cuando todo terminó, las personas empezaron a abandonar el lugar.
Andrew levantó a Gabriela en sus brazos y la llevó al auto.
—Ese día, en la fiesta, me pidió que cuidara de Gaby. Él sabía que las cosas no estaban bien; si me hubiera pedido ayuda, nada de esto habría sucedido.
—No te tortures, amor, con el tiempo dejará de doler, vas a superarlo, eres una mujer fuerte, ya lo has demostrado.
Patricia estaba en su auto esperando a su