Mujer prohibida: 19. ¿Qué fue lo que ocurrió en tu viaje a España?
En cuanto se quedó sola, el mundo de Mía colapsó. Se llevó las manos a la boca para contener el llanto y se hizo un ovillo en la cama, abrazada a lo único que le daría fuerzas a partir de ahora.
— Tranquilo, bebé, tranquilo. Yo siempre estaré contigo — prometió la joven futura madre, hasta que se quedó profunda.
Mientras tanto, Cristóbal, llegó a su apartamento como si su alma hubiese abandonado su cuerpo, pues era consciente del increíble dolor que estaba causándole a la mujer que amaba, a la que iba a darle un hijo, Dios. ¡Un hijo de ambos! ¿Cómo… pudo permitir que algo así pasara? ¿Cómo pudo darle el poder a Lucrecia para separarlos? Pero era lo mejor, lo mejor en ese momento. Mía no iba a estar bajo juicio de la gente, menos en su estado. Lo hacía por ella, porque la amaba y cuidaba, muy a pesar de que ahora no lo comprendiera.
Cerró la puerta y se quitó el nudo de la corbata, aventándola a cualquier lado con fastidio y rabia consigo mismo. ¿Por qué? ¿Por qué tenían que ser las cos