Mujer prohibida: 20. Cristóbal tiene a los mejores aliados.
Los siguientes días, para ambos, transcurrieron lentos, y mientras Mía se refugiaba en lo único que en ese momento la mantenía despierta; el bebé de sus entrañas, Cristóbal no soportaba estar dentro de su propia piel. Se odiaba. Se odiaba con profundidad por no saber cómo diablos iba a resolver todo aquello, mientras estaba lejos de la mujer que amaba. Que amaría por siempre.
Una semana pasó.
Los padres de la joven embarazada se mostraban preocupados, y no solo porque apenas y hablaba y compartía la mesa con ellos, sino que sentían que, de a poco, la estaban perdiendo.
Por su lado, los padres de Cristóbal estaban igual de conmocionados con todo lo que estaba ocurriendo. Ninguno de los dos estaba listo para hablar, ni siquiera con ellos.
No fue hasta que una noche, cuando pasaba por su habitación, que Matías escuchó el sollozo de su unigénita, y a pesar de las insistencias de Emma para que no cometiera una imprudencia, no hizo caso, y se plantó en la nueva oficina de Cristóbal en las em