Mujer prohibida: 18. Mi hijo y yo no necesitamos de tus dudas
Los celos, el miedo, la incredulidad. Todo revolvía el estómago de Mía hasta quererla hacer vomitar.
Corrió hacia el cuarto de baño y se arrodilló en el excusado, devolviéndolo todo. La imagen de Cristóbal y esa mujer todavía reproduciéndose en su cabeza.
No, no podía ser.
Cristóbal…
Él no era así.
Él… pero de pronto recordó el pasado.
Tenía Quince. Ella y Siena se habían escabullido a una fiesta de Cristóbal y sus amigos. Inocentemente, ajena a ese mundo de alcohol y fiestas, había terminado mareada en el baño. Molesto, Cristóbal ordenó al chofer que las llevara a casa, que ese no era un lugar para ellas. Las dos jovencitas obedecieron, pero, antes de irse, Mía giró la cabeza para ver por última vez a Cristóbal, y al hacerlo, él ya la veía, pero de un momento a otro tomó el brazo de una muchacha y la besó de forma expresiva frente a ella. Había sido la primera vez que le rompía el corazón.
Al volver a la realidad, se incorporó y salió del baño. Alguien llamó a su puerta, pero pidió qu