Mujer prohibida: 13. Una pequeña y dulce atrevida
La lluvia provocó que salieran corriendo de la terraza. Todo en medio de risas y comentarios divertidos.
— Te buscaré una toalla y tomarás una ducha caliente, ¿de acuerdo? No quiero que te resfríes — A Cristóbal solo le nacía ser protector con ella.
— ¿Quieres decir que… no continuaremos con lo que comenzamos allí? — preguntó Mía, sonrojada, y Cristóbal no pudo evitar sonreír.
— ¿Quieres que continuemos? — quiso saber, asombrado, y ella asintió sin apartar sus ojos de los suyos. Maravillado, Cristóbal entrelazó su mano a la suya y la llevó a la habitación.
No se detuvo hasta llegar al cuarto de baño. Allí abrió el grifo a la temperatura perfecta y comenzó a desnudarse bajo la indiscreta mirada de la mujer que lo tenía soñando despierto. Cuando acabó consigo, tiró de ella ligeramente contra su cuerpo y comenzó a desnudarla prenda por prenda, hasta que la última cayó al suelo.
Sin decir una sola palabra, la metió consigo bajo el chorro.
Mía abrió la boca y exhaló un pequeño jadeo por el