Mujer prohibida: 12. Solo quiero un hijo de tu vientre
— Amigo, lo siento, pero… tienes que saber la verdad.
— ¿Qué carajos estás diciendo? ¡Habla ya!
— ¡No, Pablo! ¡No hagas esto! ¡No… me hagas esto! — rogó Lucrecia, y corrió hacia él. Lo tomó del cuello de la camisa y con lágrimas en los ojos le pidió que no lo hiciera.
Pero Pablo ni siquiera la miró a los ojos, y con dolor en los suyos, miró a Cristóbal.
— El hijo que está esperando no es tuyo — confesó, y Lucrecia comenzó a golpearlo, enloquecida.
— ¡No! ¡Cállate! ¡Estás mintiendo! ¡Mi hijo es de Cristóbal!
— Lucrecia, ya basta.
— ¡No! ¡Basta tú! ¡No tenías derecho! ¡No lo tenías!
— ¡Por supuesto que lo tenía! ¡Qué lo tengo!
— ¿Por qué? — intervino Cristóbal al fin, desconcertado. No estaba comprendiendo.
— Cristóbal, yo… joder, amigo. Yo soy el padre de esa criatura. El hijo que está esperando Lucrecia es mío.
Los ojos de Cristóbal se abrieron. Y retrocedió un paso.
— ¿Qué?
— Amigo, yo… — Pablo intentó acercarse, pero el rechazo de Cristóbal fue determinante.
— No te atrevas a llamarm