Mujer prohibida: 11. Voy a luchar por ella
— ¿Y bien?
— Matías, escucha, yo… — intentó hablar Cristóbal, pero, antes de que las palabras salieran por su boca, Matías le soltó un derechazo que lo tomó por verdadera sorpresa — ¿Qué carajos, Matías?
— Te lo merecías. Nada de lo que vayas a decirme justifica que te haya encontrado en la habitación de mi hija. Ah, y mejora tu vocabulario si estás en mi casa. Ahora bien, te escucho — y señaló la silla frente a la que él se sentó segundos más tarde.
Cristóbal exhaló. No estaba seguro de si lo merecía o no, pero lo cierto era que el condenado pegaba duro. Tomó asiento finalmente y le hizo frente a la situación.
— No sé si como padre de Mía sea esto lo que quieres escuchar, Matías, pero… llevo desde que la vi nacer enamorado de ella.
— Cristóbal… — masculló el padre de la joven con un tono de advertencia.
— No, escúchame. Te parecerá una locura, pero, desde que vi a Mía nacer, creció en mí un increíble instinto de protección que de a poco, a medida que fueron pasando los años, se