El peor castigo: 15. Vas a denunciarme. Vas a quitarme a mi bebé
Después de poner a su amigo al tanto de todo, Matías salió al jardín. El almuerzo se serviría dentro de poco.
— Veo que puedes pasar horas enteras, así — sorprendió a Emma por la espalda, prendada en ese libro que no sabía qué tenía de interesante, pero parecía fascinarle.
— Lo siento, no… te vi llegar.
— Lo sé, estabas muy entretenida. ¿Estás ya terminando el primer libro?
— Es… el tercero.
Matías alzó las cejas, asombrado, y asintió con una sonrisa.
— Por ahora lo tendrás que dejar. Es la hora del almuerzo y tenemos visita.
— ¿Visita?
— Sí, acompáñame.
Emma asintió, dejó el libro sobre un pequeño banco y lo siguió de cerca.
Al entrar al comedor, varias personas estaban allí, pero solo una, llamó su atención. Se tensó enseguida al… reconocer a ese hombre.
— Tú… — musitó, su pulso de pronto acelerado.
Cristóbal se incorporó, asintiendo, e iba a saludarla con un leve estrecho de mano, pero Emma retrocedió, y sin nadie explicarse el por qué, salió corriendo con demasiado esfuerzo de allí