27. Caterina es descubierta
Esa noche, Cristóbal no se despegó del lado de Amelia ni por un segundo. Matías se marchó entrada la media noche. Brazilia ya había llamado y se fue a dormir tranquila, sabiendo que la señora Cienfuegos ya estaba fuera de peligro.
— ¿Por qué tienes la ropa mojada? — preguntó Amelia de pronto, llamando la atención de Cristóbal.
— No es nada, ¿Por qué no duermes?
— No, dime — le pidió, todavía con voz y semblante débil.
Cristóbal suspiró.
— Tuve que meterte a la tina para bajarte la fiebre y bueno, no me pasó por la cabeza cambiarme de ropa en ese momento.
Las mejillas de Amelia se sonrojaron y lo miró asombrada. ¿Él… había hecho eso? No recordaba nada. Lo cierto es que se sentía fatal.
— Deberías dormir. Son más de las doce.
— ¿Y tú… te quedarás aquí? — preguntó, nerviosa.
— ¿Te molestaría?
Todavía con las mejillas ardiendo de rubor, Amelia negó, y Cristóbal sonrió.
A la mañana siguiente, él aprovechó el alba para cambiarse al fin con la ropa que le había mandado Brazilia y llamó al hos