Capítulo 91: Veneno y fuego

KATIA VEGA

Llegué a casa abrumada, no recordaba cuántos vestidos me había probado y la repentina ansiedad que invadió a Rosa por abandonar no solo la «boutique» sino también el centro comercial, hizo que llegara a casa antes de lo previsto. 

Subí las escaleras y al abrir la puerta vi a mi bebé dormido, estaba tomando su siesta de la tarde y parecía un querubín. A diferencia de su prima Emilia, él dormía con más control de sus extremidades y no terminaba con las cobijas bajo la cama. 

De pronto una sensación nueva me distrajo, una mano firme y de gran tamaño se deslizó por mi cintura, apenas pude voltear, percibí el cálido aliento de Marcos acariciando mi oído. —Bienvenida a casa…

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