ARTURO VEGA
Era la mejor puta noche de mi vida, la reunión se podía ir a la mierda. Volteé hacia esa melena roja a mi lado y me pregunté si estaría dormida. Giré hacia ella y noté esas largas cicatrices que atravesaban su espalda. Acaricié esas dolorosas líneas antes de comenzar a besarlas, pero tuve que detenerme al llegar a su espalda baja, pues de pronto sentí ganas de morder la punta de su cadera y comenzar ese juego que me había hecho morir y renacer.
—¿Te dolió mucho? —pregunté besando sus hombros, provocando que volteara hacia mí, mostrándome esos enormes y preciosos ojos azules que me dominaban por completo.
—¿Qué me dolió? —inquirió confundida, hasta que mi sonr