CAPÍTULO 80. Una leona y su presa

CAPÍTULO 80. Una leona y su presa

Los murmullos se levantaron en aquella sala de juntas, las imprecaciones y el miedo, porque aquella era una declaración terrible. El único que ni siquiera se movió fue Scott, porque ya estaba bastante seguro de que algo como eso iba a suceder.

El Grupo HHE tenía seis accionistas menores, más Alberto, que contaba con el catorce por ciento de la empresa y era el tercer mayor accionista, después de Scott y ahora, por supuesto, Alejandra.

—!Pero ¿qué está diciendo?! —exclamó otro de los accionistas—. ¿¡Cómo que va a arruinar la empresa!?

Alejandra se echó atrás en su asiento y cruzó las piernas.

—Déjenme explicarles. Hay dos exesposos míos en esta sala. El señor Alberto Mejía, mi primer esposo, que trató de matarme saboteando uno de mis autos. Y el señor Scott Hamilton, que lamenta profundamente la poca habilidad para asesinar del señor Mejía.

—¡Alejandra...! —intentó levantarse Alberto pero ella golpeó sobre la mesa violentamente con la palma de las mano
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