-Deja de comportarte como un imbécil y ve a hablar con tu esposo, Keerd-
Quién dijo aquello no fue otro que Gydeon. Ambos ensayaban todo tipo de ataques. Desde meros puñetazos hasta feroces patadas.
-No voy a ir a tu casa- escupió a Gydeon.
-Pues él tampoco es que quiera ir a la tuya- desdeñó el castaño oscuro.
Keerd lo fulminó con su mirada. Durante la noche de ayer, frustrado y solo, había empezado a darle vueltas a su problema. Aún seguía, poco o nada, convencido. Y tenía que darle una respuesta al joven.
-Oye, no es que nos moleste pero anoche tuvo sexo en vivo y en directo- anuncio Gydeon.
Al oír tal cosa, Keerd lanzó un descomunal rugido al mismo tiempo que intentó atacar al otro. Por suerte, Gydeon estaba avizor y lo esquivó.
-Tal vez podría invitarle a que se uniera a Neilan y a mí para que así supiera lo que es un hombre de verdad- pinchó Gydeon.
Eso enfureció al moreno quien volviendo a atacarle, aulló:
-NI SE TE OCURRA