-XVII-

No podía pegar ojo.                                                Oía a las mil maravillas a Neilan y Gydeon demostrándose su amor de manera física.

A pesar de que sabía que no era lo correcto eso de verles, sentía una fuerte curiosidad por ver si también lo practicaban como aquella pareja que vio semi oculta tras aquel matorral.

Procurando no hacer ni el más mínimo ruido, se incorporó en la cama, gateó hasta los pies de ésta y observando desde detrás de la nítida cortina que lo separaba de ellos, tuvo que taparse la boca para acallar un jadeo de sorpresa.

El rubio, encaramado encima de Gydeon, botaba incesantemente. De su garganta brotaban un sinfín de gemidos tenues acompañados por alguna que otra palabra apenas ininteligible para Daylhan.

Éste, estupefacto, no perdía ni el menor detalle de como Neilan montaba a su compañero. Y Daylhan em

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