ULFHEDNAR
ULFHEDNAR
Por: Dylaenne-Hobrien
-I-

Mantenía la vista gacha. Protegido por cinco guerreros y a lomos de un caballo, Daylhan iba al encuentro del que sería su futuro esposo.                                   

Aún no lograba entender cómo podía casarse con otro hombre.                                                  ¿No se suponía que el matrimonio era para aumentar la estirpe? ¿Cómo diablos harían para eso?

De oídas había escuchado que Los Ulfhednar, pueblo y clan al que se dirigía, no miraban el género. Que, incluso, entre ellos mismos, existía tal variedad de matrimonios y que, extrañamente, tenían hijos.

Pero entonces ¿Por qué lo habían elegido a él?Según las habladurías de los suyos, Los Ulfhednar no eran humanos comunes.

Los de su pueblo contaban historias terribles acerca de ellos como que cuando había luna llena se convertían en terroríficas bestias cubiertas de pelo, con colmillos afilados como cuchillos y garras filosas como guadañas.

Daylhan ni siquiera conocía eso del placer carnal. Iba puro, impoluto. Exigencia requerida por el consejero del futuro esposo y líder del clan. Como buen celta y al cumplir sus dieciocho años hubiera debido pasar por el rito de masculinidad para así complementar su desarrollo de niño a hombre. Pero en contra de eso, su rito fue totalmente diferente.

Al igual que las chicas, Daylhan fue vestido de blanco, rociado por sangre de la víctima del sacrificio y apartado de su familia.Bueno, tampoco es que ésta fuera muy extensa.

Solo tenía un hermano, quien ahora era el líder de los suyos.Como eran un pueblo pequeño y con pocos recursos, Iordan, su hermano, se encargó de pactar con el resto de pueblos vecinos para formar alianzas…y entonces tuvo su encuentro con Los Ulfhednar.

Al saber de su fuerza e inteligencia a la hora de la batalla, amén de poseer un gran número de guerreros y guerreras (cosa inaudita que las féminas lucharan), Iordan aceptó cualquier tipo de acuerdo con ellos.

Y el consejero expidió un consorte para su líder.Exactamente un varón.                      Cuando Iordan preguntó que porqué un varón, el consejero solo le respondió

“Empezamos a estar escasos de jóvenes ulfhednianos y ulfhednianas con instintos de familia y nuestra sangre no se puede mezclar más entre ella. Además, ya va siendo hora de hibridarnos con otras…sangres”

¿Hibridarnos?

Hasta donde Daylhan llegaba ese término se usaba para los animales.

¿Acaso sería verdad lo que se rumoreaba de ellos?El silbido de uno de sus protectores le hizo alzar la cabeza.

A pocos metros pudo ver la razón del silbido.Cuatro figuras, dos hombres y dos mujeres, formaban una barrera humana.A Daylhan casi le da un paro cardíaco.    Aquellos cuatro personajes parecían sacados de las odas que el bardo de su aldea solía cantar en los banquetes. Los cuatro eran altos, de brillantes cabellos oscuros y piel tostada.Apenas si vestían ropas, tan solo llevaban lo justo para cubrirse.

Parecían descendientes de los mismos dioses y tanto en sus brazos como piernas y resto del cuerpo los adornaban con dibujos.Uno de los hombres hasta llevaba pintada la cara, pero solo hasta la mitad.

Daylhan se asustó.

-Creo que…hasta aquí te acompañamos-anunció uno de sus protectores, intimidado por aquellos Ulfhednar.

-Pero ¿Quién es…-

Sin darle tiempo a terminar la pregunta, los cuatro se abrieron hacia los lados y dejaron aparecer a un quinto.

Ese sí que le puso los pelos de punta al chico.Su solo rostro era frío como el hielo.De los cuatro anteriores, era el más alto.También tenía el cabello negro como el ébano. Su pecho desnudo iba adornado con más de los mismos dibujos que los otros pero solo por zonas claves. Al contrario que sus iguales, las piernas no tenían ni un solo dibujo y de todos, era el único que tenía barba. Con un fuerte “Ia”, los cuatro protectores de Daylhan huyeron, dejando solo y aterrado al chico. Una de las féminas caminó hacia él. Sonriéndole, la mujer agarró por las bridas al equino y le arreó para que caminara.

-En cuanto lleguemos ante él bajarás del caballo-le dijo a modo de orden.

-¿Y-y cómo llegaremos hasta…-

El relincho de cinco caballos salvajes llegó a sus oídos. Cuatro eran moteados mientras que el último poseía un brillante color negro azabache, a juego con el cabello del tercer hombre.

-Nuestros caballos son más fuertes que los vuestros- alegó ella.

Llegando ante los otros, Daylhan no esperó a que volviera a decírselo cuando saltó al suelo.De pie frente al moreno aquel pudo comprobar que le sacaba cabeza y media y que estaba muy bien trabajado.

-Ho-hola, me...me llamo Day…¡Aaaaaa!-

Lanzó un grito al verse elevado del suelo por los poderosos brazos del azabache, quien lo depositó a lomos del caballo negro. Ágilmente también él se subió sobre el equino y detrás del chico. Rodeándole con los brazos, agarró las bridas, espoleo al caballo y se alejó, al galope, rumbo a su pueblo.

Los otros cuatro, imitándole, fueron tras él.

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