Ximena había estado marcando el número de Félix durante un par de intentos. Pero, siempre la llamada terminaba en el buzón de voz. Ni siquiera leía los mensajes a pensar de que si le llegaban.

—¿En dónde diablos estará?—, se preguntó a sí misma sabiendo que no estaría en GIGA CORPORATION.

Decidió caminar un poco por la mansión hasta que se topó con una mujer de aspecto extraño.

Era un poco obesa, jorobada, y su cabello era un nido de pájaros.

—Disculpe... ¿Quién es usted?—, preguntó Ximena al verla en ese lugar.

—Soy la nueva ama de llaves—, respondió esa mujer con arrogancia sin importarle que estaba hablando con la dueña de la mansión.

Ximena se vió obligada a cubrir su boca y nariz de inmediato al sentir el fuerte y desagradable olor que salía de la garganta de esa mujer. Y ni hablar del olor a cebolla que salía de alguna parte de su cuerpo que Ximena no se atrevió a averiguar.

Miró en el gafete y descubrió que su nombre era Rufina.

—¿Rufina?—, preguntó Ximena con las manos