Frente al edificio donde los Herrera y los Suárez convocaron la rueda de prensa conjunta, decenas de medios ya estaban listos. En un salón lateral, Adrián Herrera permanecía con el rostro sombrío.
Ninguno de sus decenas de mensajes había recibido respuesta.
Volvió a marcar el número.
Esta vez solo respondió una voz mecánica y fría:
—El número que usted marcó está apagado…
¿Apagado?
Adrián apretó con fuerza el móvil. Los padres de Valentina también se acercaron.
—Adrián, ¿lograste contactar a Valentina? —preguntó el padre de Valentina en voz baja.
Él negó con la cabeza. La madre de Valentina, desesperada, rompió en llanto:
—¡Con tantos medios afuera, si Valentina no aparece, todos creerán que Ailén la maltrató! ¡Eso arrastrará a nuestra familia también!
Entre lágrimas, lanzó reproches:
—¡Ailén está en urgencias y su hermana mayor ni una palabra quiere decir! ¿Cómo pude parir a alguien tan egoísta y fría?
El padre de Valentina trató de calmarla:
—No te alteres. Si Adrián se lo pide, segu