17.
Clara.
Siento que en algún momento el corazón me va a fallar. O las piernas. La verdad no lo sé. A penas puedo procesar lo que acaba de pasar. Todo el cuerpo me hormiguea. El aire huele a él, y juro que todavía puedo sentir el calor de su cuerpo cubriendo el mío. Su presencia. Su respiración. El sonido ronco de su voz. Va a volverme loca.
Después de lo que sucedió en la convención, me prometí a mí misma que mantendría la distancia. Supuse que no sería tarea difícil tomando en cuenta nuestra aversión mutua, pero no contaba con que podrían pasar este tipo de cosas. ¿Cómo llegamos hasta aquí? Se suponía que me odiaba. Bueno, aún lo hace, él mismo me lo ha dicho. Y yo, ¿qué se supone que estoy haciendo?
Cuando estoy segura de que ya no puede verme me detengo entre dos columnas altas y muy juntas para recuperar el aliento. Me arden las palmas de las manos. Al verlas descubro las marcas de mis uñas en ellas a punto de brotar sangre.
—Ay Dios...
Volví a huir. Seguro piensa que soy una cobar