12.
Clara.
El rostro de mi mejor amigo está más rojo que de costumbre. Sabía que no iba a gustarle lo de la convención, pero no creí que fuera a alterarse tanto. Lorenzo siempre ha sido protector conmigo, pero siento que, con el capitán, tiende a ser más territorial.
—No irás con él, y esta vez no lograrás disuadirme de reportar su abuso.
Estamos en el campo de entrenamiento después de terminar los ejercicios del día. Se supone que debemos ir al comedor, dónde luego él tiene que seguir con sus actividades curriculares, y yo debo partir con el capitán a la convención. Pero su insistencia en reclamarle al amargado su falta de tacto, nos mantiene a ambos discutiendo aquí.
—Escucha. —mermo el espacio que nos separa y tomo su rostro entre mis manos. —El capitán no es un hombre al que podamos oponernos sin tener consecuencias. Ya lo hemos hablado, Lorenzo. Pueden expulsarte por el simple hecho de dirigirle la palabra a ese hombre...
—No me importa. Solo quiero que deje de aprovecharse de ti.