"—Pues, a decir verdad, eso no es cierto. La niña vendrá con nosotros."
Todos en la habitación giran hacia la puerta. Mientras las palabras resuenan en toda la habitación como un maldito eco.
El tiempo parece detenerse. Los pasos que se escuchan resonar en el pasillo son medidos, calculados, y cada uno suena como un martillazo en el pecho de Lucy.
Cuando la puerta finalmente se abre, los padres de Sawyer aparecen, impecables, como si hubiesen planeado hasta el último detalle de su entrada.
Elliot Campbell, alto, con el cabello plateado perfectamente peinado hacia atrás, lleva esa expresión fría y autoritaria que Lucy ha llegado a temer.
A su lado, la madre de Sawyer parece satisfecha, su postura erguida y su sonrisa apenas contenida.
Pero no es eso lo que hace que el estómago de Lucy se revuelva: junto a ellos está Aspen St. James, impecable en un traje gris oscuro, portapapeles en mano.
La presencia de Aspen le provoca un escalofrío que le baja por la columna.
Las imágenes de su